El turismo es un gran negocio. Es la industria más grande del mundo y actualmente provee más del diez por ciento de los empleos globales.
El turismo es un gran negocio. Es la industria más grande del mundo y actualmente provee más del diez por ciento de los empleos globales y el once por ciento del producto bruto mundial. El número anual de viajes turísticos en todo el mundo se deberá duplicar a 1.6 millones para el año 2020. El mero número de personas que se mueven alrededor del mundo tiene un marcado y creciente aumento tanto en las personas como en la naturaleza. El turismo en masa obviamente no es sostenible.
Los fomentos y las prácticas turísticas inapropiadas degradan los hábitats y paisajes, agotan los recursos naturales y generan desperdicio y contaminación. El ecoturismo - definido por la Sociedad Internacional de Turismo como viajes responsables a áreas naturales con cuidado del ambiente y sostenimiento del bienestar de los habitantes locales - es, a menudo elogiado como la solución y también como la panacea para un fomento sostenible en las comunidades que tienen pocos recursos.
Pero ¿El actual desarrollo del ecoturismo es siempre una alternativa responsable? La construcción de carreteras, aparcamientos de vehículos y alojamientos en parques nacionales son solo ejemplos de dudoso desarrollo ecoturístico. La falta de reglamentación también ha conducido al uso del ecoturismo como lucrativa designación de mercado por vacaciones de aventura en vez de una indicación de que los operadores de giras practican turismo responsable. Además, algunas comunidades se han quejado de que nunca fueron consultados acerca de planes de desarrollo de ecoturismo, o que los beneficios no llegan al nivel que se anticipó.
Una pregunta más profunda es si el ecoturismo es realmente deseable en algunas áreas. Unos cuantos ecoturistas en un ambiente frágil tendrían peor impacto que cientos de ellos en un "resort" existente, y pueden abrir camino al turismo masivo. Similarmente, los críticos del ecoturismo, como la Red Tercermundista, temen que si los veraneantes se volvieran ecoturistas, entonces hordas de viajeros invadirían pueblos y áreas protegidas en vez de quedarse en centro turísticos existentes.
Un desarrollo que aumentaría el indeseable impacto del turismo en vez de aliviar los problemas actuales. Al reconocer el impacto del ecoturismo, tanto bueno como malo, las Naciones Unidas ha declarado el 2002 como el Año Internacional del Ecoturismo, ofreciendo a los concernidos la oportunidad de revisar el efecto del ecoturismo sobre el ambiente y las comunidades. En el camino hacia el evento culminante, la Cumbre Mundial de Ecoturismo, ha habido una serie de reuniones preparatorias en el mundo para discutir el turismo dentro del contexto de conservación, las comunidades y su mercadeo. Las metas de la Cumbre, que tuvo lugar en Québec, Canadá, del 19 al 22 de mayo, incluyeron llegar a un mejor entendimiento del impacto del ecoturismo, mejorar su planteamiento, administración, mercadeo y reglamentación; y asegurar la equitativa distribución de beneficios entre todos los implicados.
Estas son metas ambiciosas, especialmente porque el ecoturismo encierra una amplia extensión desde interesados grupos de comunidades locales y personas indígenas, hasta corporaciones globales, gobiernos nacionales y agencias de desarrollo. Sin embargo, dado que lo que está implicado es más degradación del ambiente así como daño a comunidades locales, es obvio que se realice un plan ambicioso. A pesar de la critica de WWF, la organización de conservación, que considera que el ecoturismo responsable si tiene el potencial para apoyar la conservación y las comunidades. Al tiempo que advierte que el ecoturismo no es ningún curalotodo toda vez que puede ser una alternativa a actividades económicas dañinas, tales como la tala de árboles y minería, habrá muy pocos casos en donde el ecoturismo por sí solo podrá proveer suficientes ingresos para sostener la conservación y la gente.